Lo que le sobra: La bastante evidente (y ciertamente desfavorable) comparación con L.A. Confidential. Y que el espectador sepa lo que está sucediendo una hora antes de que el personaje de Keanu Reeves comience a darse de narices con ello.
Lo que le falta: Interés y tensión. Puesto que los ingredientes estaban ahí (guión de James Ellroy, casting la mar de arregladito...), la culpa parece toda del encargado de mezclarlos, un David Ayer "recordado" por los guiones de The Fast and the Furious, S.W.A.T. y la muy sobrevalorada (pero más conseguida) Training Day.
Lo que tiene: Un plano magnífico (aquel en que Reeves aparece por encima de una nevera) y un gesto nihilista razonablemente desasosegante.
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