El simpático reptil que antecede a estas líneas es el protagonista principal de Dragon Wars: D-War, producción surcoreana de 2007 que viene a responder a aquella vieja cuestión sobre dónde van los efectos digitales cuando mueren. Realizado a partir de retazos de software de (ahí vamos) Star Wars -la segunda trilogía-, The Mummy, Tigre & Dragón, The Lord of the Rings, Parque Jurásico, Anaconda, King Kong y seis o siete superproducciones más, este entrañable despropósito está pésimamente interpretado y aún peor guionizado, pero cuenta con una media hora (la de la destrucción de Los Ángeles a cargo de la serpiente y sus amigotes) que llevará al amante del pastiche (y del cine de catástrofes) a hacer la ola entusiasmado. Noventa minutos magníficamente malgastados, oigan.
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