
Los mimbres, desde luego, no sorprenderán a nadie. La historia más o menos reciente de las barras y estrellas. El antisemitismo de la América protestante. La estulticia que aflora en los ambientes académicos. La capacidad destructora del sexo… Pero Roth los agita en el interior de su chistera y nos arranca un aplauso entusiasta al extraer el enésimo conejo blanco sin que llegue a vérsele el truco. Sabemos que lo va a hacer, lo hace y nos vuelve a dejar con la boca abierta. ¿Por qué? Pues por la pirueta narrativa a lo Johnny cogió su fusil, para comenzar. Por su nada subrayado pero implacable tono metafórico (la dicotomía de la carne -sexo y muerte- se da la mano al cumplirse el primer cuarto de la obra en una página sencillamente magistral). Y por un argumento cuyo total excede ampliamente la suma de sus partes; que se eleva muy por encima de las grises calles de New Jersey, de los brillantes campos de cereales del Medio Oeste, de los reprimidos años 1950, y nos lleva a reflexionar una vez más sobre circunstancias notablemente más cercanas. Así es Roth: hasta las novelas de corte conceptual (el título se nos antoja del todo significativo) le salen como puñetazos de vida.
PD: En las antípodas de estas palabras, aparecidas en el número de abril de Go Mag, puede consultarse la sangrante crítica de Juan Manuel de Prada para el ABCD aquí.
EDIT: Excelente pieza sobre Roth la que firma Robert McCrum en The Observer, traducida por Clarín aquí.