Banalizada hasta la saciedad por la comedia cinematográfica juvenil, la cultura norteamericana de instituto lleva años luchando por que le reconozcan la entidad dramática que en verdad le corresponde. No hace falta remitirse a Las vírgenes suicidas: ya Baz Luhrmann sentó que, caso de verse ambientados en tiempos contemporáneos al nuestro, Julieta sería una empollona y Romeo, un solitario emo enfrentado tanto a deportistas como a pandilleros. Sobre mimbres semejantes (un caso real ocurrido en la ciudad de Dryden, Nueva York, donde en el plazo de cuatro años fallecieron violentamente tres miembros del mismo equipo de fútbol, otras tres de sus animadoras y un par de compañeros de escuela) teje Edmundo Paz Soldán esta novela, una sólida obra a vueltas con la vida y la muerte bajo un cielo perpetuamente encapotado que, por desgracia, flaquea en una de sus premisas precisamente originales. Basándose en el artículo The Cheerleaders de Jean Carroll, el boliviano opta en su acercamiento por dar voz a todos y cada uno de los protagonistas de esta tragedia coral. Pero su propia narración le puede y, así, sucede que un niño de corta edad reflexiona a ratos cual adulto curtido mientras una animadora de no muchas más luces elabora poéticas descripciones sobre esa nieve joyciana que tarde o temprano cubrirá la tumba del más pintado. Trampas de la primera persona que no acaban de desmerecer la obra pero que sí le otorgan un tono de orquestación teatral, de paso en falso respecto a las notables fuerzas telúricas que chocan y estallan bajo su superficie.
(Esta reseña apareció en el número de marzo de Qué Leer.)
(Esta reseña apareció en el número de marzo de Qué Leer.)
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