Cuando las nominaciones se esparcen a tus espaldas cual días pasados de un viejo calendario, dos son las opciones: te conviertes en el mejor de los malditos (ocho fiascos sumas, pobre Peter O'Toole) o te premian por la peor (o la más intrascendente) de tus películas. Fue la pequeña gran noche de The Departed, y el tío Scorsese por fin tiene su Oscar. A fe que lo mereció mucho antes y no especialmente ahora, pero bien está lo que bien acaba...
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