Llevaba Joseph Conrad diecisiete años curtiendo su piel de lobo de mar cuando un viaje a las entrañas de África le reveló el acabose de los abismos a los que consigue precipitarse el ser humano; su criatura literaria Kurtz pretendió describirlo en las páginas de El corazón de las tinieblas, pero a la hora de la verdad acertaría a sugerir tan solo: “¡El Horror, el Horror!”. Una centuria larga más tarde, el asturiano Menéndez Salmón ha alborotado el ruedo literario patrio gracias a un sastrecillo germano no en vano bautizado Kurt: erigido en metáfora de la parcela más inocente del siglo XX, el muchacho es abducido por la Wehrmacht y, tras testimoniar el típico exceso nazi contra la población civil, extravía cualquier forma de sensibilidad, ya física ya sentimental. Anestesia vital que le permitirá iniciar una nueva existencia en el Londres post-bélico, pero que acabará cobrándose el debido peaje…
Una voz solvente y una brevedad menos amable que ineludible cuando de discurrir por tan transitadas vías se trata; tales son los principales aciertos de La ofensa. El pero, no obstante, brota de la divergencia entre la voluntad universal de la obra y su capacidad de sugerencia, a varias millas del desasosiego que Conrad lograba sembrar con menos crudezas y sí una digestión en carne propia de las oscuridades a las que se refería. Incapaz de transmitir la inefable brutalidad del Mal, la cosa se queda pues en agradable y entretenida fábula. Tanto pero tan poco como eso.
(Esta reseña ha aparecido en el número de abril de Go Mag)
Una voz solvente y una brevedad menos amable que ineludible cuando de discurrir por tan transitadas vías se trata; tales son los principales aciertos de La ofensa. El pero, no obstante, brota de la divergencia entre la voluntad universal de la obra y su capacidad de sugerencia, a varias millas del desasosiego que Conrad lograba sembrar con menos crudezas y sí una digestión en carne propia de las oscuridades a las que se refería. Incapaz de transmitir la inefable brutalidad del Mal, la cosa se queda pues en agradable y entretenida fábula. Tanto pero tan poco como eso.
(Esta reseña ha aparecido en el número de abril de Go Mag)
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