jueves, agosto 16, 2007

Cien canciones, cien ladridos (2)

Sweet Child O’Mine de Guns n’Roses (1987)
W. Axl Rose fue siempre mejor letrista bajo los influjos de Marte (Welcome to the Jungle, Don’t Damn Me…) que de Venus. Sucede, no obstante, que Slash inauguró uno de los más dudosos textos del sociópata de Indiana con uno de los cinco mejores riffs de la historia. No contento con eso, facturó uno de los cinco mejores solos de esa misma historia. Y, para rematar la jugada, Duff-Izzy-Steve añadieron a la cosa un puente que sólo cabe catalogar de apoteósico. De la mano de todos ellos, este ladrador crepuscular conoció por vez primera las hermosas, excitantes suciedades que podía dar de sí el rock. También sus ridiculeces (recuérdese el clip de La lista negra de Eastwood, con Jim Carrey como líder de las pistolas y las rosas, por no mentar el diluvio sobre el banquete de boda de November Rain), pero eso es harina de otro costal. Veinte años después, los primeros treinta segundos de este tema siguen bastando para conducir mi canino vello a un estado de flagrante erección.


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