Si el Ebro es Río Grande, Benicàssim debe en toda lógica vestirse alguna vez de Americana (parte II). Fronteriza, para el ejemplo que nos ocupa: la que llevan una década gestionando Joey Burns y John Convertino bajo el lema de Calexico, no en vano nombre también de una localidad californiana con vocación de jueves (cuesta ir del lunes estadounidense al domingo mexicano sin pasar por ella). La suya es una apuesta de contrabajo y ocasional acordeón con sus dos trompetitas, que fluctúa entre el sexteto y el septeto (cuando no aparece por allí alguien a quien invitar a la fiesta, caso ayer tarde de un Gary Louris empeñado en exprimir su visita al FIB Heineken 2007) y cuyo directo, en definitiva, nos hace sentir una y otra vez en felicidad propia el dolor que Howe Gelb experimentó el día que Burns y Convertino dejaron Giant Sand.
Mejor momento: Las excelentes maneras balompédicas de Burns a la hora de devolver al respetable, exquisito puntapié mediante, la ineludible pelota de playa.
Mejor momento: Las excelentes maneras balompédicas de Burns a la hora de devolver al respetable, exquisito puntapié mediante, la ineludible pelota de playa.
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