Decir que The Simpsons Movie es un capítulo alargado de la serie es como equiparar un zeppelin con un globo de feria profusamente hinchado. Como asegurar que Stairway to Heaven es Ticket to Ride más un interminable solo de guitarra. Como describir la barriga de Homer cual concatenación de malos donuts en vez de como desparrame dionisíaco de amor por la buena vida. The Simpsons Movie tiene el ritmo, tiene los gags, tiene la historia y hasta tiene el cerdo apocalíptico: todos los elementos necesarios para facturar una buena comedia. Y se convierte en una comedia magnífica, capaz de sostenerse a sí misma dieciocho temporadas después sin caer en el sobrentendido o abandonarse a la orgía shrekiana de referentes externos. Digna, divertida, dinámica, digestiva, dinástica, disolvente, directa, dinamitadora, diversa, dilapidadora, dicotómica, disestresante y, a la que nos descuidemos, divina y diabólica a la par, oh lector crepuscular, simplemente di: Simpson, Simpson, Simpson...
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