lunes, agosto 20, 2007

Crónicas de Benicàssim: The Horrors

Antes
No es porque hayan dedicado un tema a Jack el Destripador. No es por lo que puedan representar para la capa de ozono sus excesos con la laca. No es por el cataléptico vídeo de
Sheena Is a Parasite
que les filmó Chris Cunningham… Quien quiera averiguar por qué The Horrors dan miedo, que asista a su directo.

Rammstein saben poner las cosas al rojo vivo y Mr. Manson se autolesiona como nadie. Pero lo ocurrido durante el show de The Horrors el pasado mes de mayo en Moby Dick parece más propio de hemerotecas que de estos tiempos profesionales y correctos. Hablamos de Morrison masturbándose frenética y públicamente, de los Rolling guardándose las espaldas con Ángeles del Infierno, de Axl Rose utilizando el micro como arma arrojadiza en pleno ataque de paranoia… Resulta que Faris Rotter confundió la bola de espejos de la sala madrileña con una piñata. Y resulta también que, tras trepar a por ella y lanzársela al público, decidió prodigarse en el castigo a la decoración del local. Y sucedió que los responsables del mismo tiraron la toalla tras tan solo veinticinco minutos de actuación, con más de un espectador magullado y muchos de ellos despavoridos. Alguno anunciaba el regreso del punk. Nosotros añadiremos que el Strange House discográfico de los de Southend no está nada mal.

Después
Enumeración de dudas solventadas por orden de importancia: 1- El show duró más de veinte minutos; de hecho, dobló casi tal guarismo y no terminó por accidente de uno de los músicos o demolición del escenario... 2- …por más que Faris Badwan tenga, en efecto, algo contra las bolas de espejos en particular y la parafernalia escénica en general. 3- El nombre de Spider Webb, teclista de movimientos sinuosos con puntual complejo de torero jorobado, no es en absoluto arbitrario. 4- La escasa variedad de los cortes de Strange House, primer y único álbum hasta la fecha de los horrores de Southend, no acaba de sentarle bien a su directo. 5- Badwan, tipo tirando a inconexo, es el eslabón perdido entre Tim Burton y Joey Ramone. En resumen no suena glorioso, pero fue entretenido mientras duró...


Mejor momento:
El sabio uso escénico que Badwan supo dar una y otra vez al atrezzo que cortésmente le suministraba el respetable: aquí un flotador, allí un rollo de papel higiénico, acullá una pistolita de agua…

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