lunes, octubre 13, 2008

Con Rajoy brotó la esperanza...

Mariano Rajoy, líder del partido que abrigó Colón con una inmensa manta rojigualda, considera un coñazo tener que levantarse un lluvioso domingo de octubre para ver un desfile de soldaditos de plomo con sus camiones y sus tanques y su exhibición aérea de siempre. A lo que el PSOE, porque el mundo está loco y cuando no lo está es un hipócrita de cuidado, responde rasgándose las vestiduras. "Esa es la opinión que le merecen al señor Rajoy los símbolos patrios", dice Leire Pajín. A lo que Carmen Chacón contemporiza, pero sólo un poco: "No creo que ése sea su sentimiento auténtico". Pero lo es y está bien que así sea, porque quien disfrute acudiendo por obligación a tales actos o es un fanático o carece de vida privada o, en el mejor de los casos, tiene mucha suerte (¿y tú, lector crepuscular, dirías que Rajoy es un tipo afortunado?). A lo que echo en falta entre los de la rosa alguien con el sentido común y el savoir faire necesarios para reírse por lo bajo, acercarse a don Mariano en el palco de autoridades, darle un par de palmaditas en la espalda y susurrarle: "Esto son dos coñazos, tío. ¿Te vienes a echar un dominó y hacer el vermut al bar de la esquina? Don Juan Carlos fijo que se apunta". De otro modo seguiremos cayendo en el pozo de lo políticamente correcto, del que la sociedad norteamericana saldrá a base de crisis y obamazos o no abandonará ya jamás.

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