Para ulular lastimeramente:
Todo parte de una premisa equivocada: Seth Rogen no es divertido. No lo es. Buscar la carcajada a partir de sus monólogos tiene menos futuro que Jason Mewes en un control antidopaje. Ya que de Mewes hablamos, la obsesión de Kevin Smith por alimentar con insultos, profanidades y procacidades, a un espectador-tipo adolescente que, por cuestiones generacionales, debe estar alejándose cada día más de su cine. Y el déjà vu en que se mueve la cosa desde el minuto 1 hasta el 101.
Para aullar efusivamente:
Los actores. Comenzando por Elisabeth Banks y acabando por la maravillosa pareja Brandon Routh-Justin Long (e incluimos a Seth Rogen porque, al igual que el resto de sus compañeros, se las arregla para dar un toque de entrañable humanidad a su personaje): a partir de ahí, el film se convierte en una comedia romántica-amable ligeramente por encima de la media. La secuencia en la que Banks y Rogen hacen el amor por vez primera delante de la cámara (y decimos bien: hacen el amor). Y una atmósfera de devoción por el séptimo arte en la más amateur y rastrera de sus formas que da varias vueltas al sentimentaloide Be Kind Rewind de Gondry.
El consejo crepuscular:
Fans de Smith y de la factoría Apatow, abandonen ya mismo sus puestos de trabajo y procedan a hacer cola frente al cine más cercano. El resto del mundo civilizado debería en cambio hacerse la siguiente pregunta: ¿Quiero exponerme al trasero y al miembro viril de Jason Mewes a cambio de pasar un rato razonablemente correcto o prefiero pasar el fin de semana en la playa, haciendo una barbacoa, rodando mi propio porno casero? Pues eso...
Todo parte de una premisa equivocada: Seth Rogen no es divertido. No lo es. Buscar la carcajada a partir de sus monólogos tiene menos futuro que Jason Mewes en un control antidopaje. Ya que de Mewes hablamos, la obsesión de Kevin Smith por alimentar con insultos, profanidades y procacidades, a un espectador-tipo adolescente que, por cuestiones generacionales, debe estar alejándose cada día más de su cine. Y el déjà vu en que se mueve la cosa desde el minuto 1 hasta el 101.
Para aullar efusivamente:
Los actores. Comenzando por Elisabeth Banks y acabando por la maravillosa pareja Brandon Routh-Justin Long (e incluimos a Seth Rogen porque, al igual que el resto de sus compañeros, se las arregla para dar un toque de entrañable humanidad a su personaje): a partir de ahí, el film se convierte en una comedia romántica-amable ligeramente por encima de la media. La secuencia en la que Banks y Rogen hacen el amor por vez primera delante de la cámara (y decimos bien: hacen el amor). Y una atmósfera de devoción por el séptimo arte en la más amateur y rastrera de sus formas que da varias vueltas al sentimentaloide Be Kind Rewind de Gondry.
El consejo crepuscular:
Fans de Smith y de la factoría Apatow, abandonen ya mismo sus puestos de trabajo y procedan a hacer cola frente al cine más cercano. El resto del mundo civilizado debería en cambio hacerse la siguiente pregunta: ¿Quiero exponerme al trasero y al miembro viril de Jason Mewes a cambio de pasar un rato razonablemente correcto o prefiero pasar el fin de semana en la playa, haciendo una barbacoa, rodando mi propio porno casero? Pues eso...
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