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¿Cuántos adolescentes torturados pueblan la obra de Shakespeare? Pocos que se definan como tales, pero qué son si no el joven Príncipe Hal, Romeo y Julieta o el mismísimo Hamlet… El Bardo tutelaba las conversaciones sobre la identidad que en Azkaban mantenían Harry Potter y su mentor Lupin. Y aquella promesa ha hallado debido cumplimiento en los fotogramas de Goblet of Fire, recreación de la soledad, los miedos y las ansiedades propias de la adolescencia tan digna y reivindicable como Los cuatrocientos golpes. Peor dirigida que su predecesora pero (curiosamente) más redonda, Goblet of Fire es mágica y emocionante, angustiante y dolorosa. Sólo cabe desear que la edición en DVD añada la hora larga de metraje de que el film ha debido deshacerse para facilitar su distribución comercial.
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