"Han bastado poco más de 20.000 tunecinos para poner en cuestión uno de los mayores logros de la integración europea: la supresión de los controles fronterizos entre los Estados miembros establecida por el acuerdo de Schengen de 1985. Un dato ilustra a la perfección hasta qué punto Europa se dirige al abismo de la xenofobia: la supresión de controles internos entre los Estados miembros de la Unión Europea se puso en marcha en 1995 cuando, como consecuencia de la guerra de Yugoslavia, Europa tenía que hacer frente a una inmensa ola de más de 600.000 refugiados. Solo Alemania se hizo cargo de 345.000 personas, en un esfuerzo poco conocido y mucho menos reconocido, pero otros países también estuvieron a la altura: Austria acogió a 80.000, Suecia 57.000, Suiza 25.000, Países Bajos 24.000 y Dinamarca 20.000.
(...) Nadie ejemplifica mejor el sinsentido de esta Europa xenófoba que nos ha tocado vivir que los finlandeses, que según las estadísticas conviven con 98.500 inmigrantes no comunitarios (un ridículo 1,8% de su población). (...) Pese a ello, el partido de los 'auténticos finlandeses' ha arrasado con un mensaje populista y anti-inmigración en las recientes elecciones. Prepárense, porque es el futuro de Europa.
(...) En la Unión Europea hay 20 millones de inmigrantes no comunitarios, lo que representa apenas un 4% de la población. (...) Para empeorar las cosas, esta Europa a veintisiete que quiere impartir lecciones de democracia y solidaridad a todo el mundo solo tuvo a bien en 2010 aprobar 55.100 solicitudes de asilo. Países como Alemania, una vez más, asumieron su responsabilidad, aceptando casi el 20% de esas solicitudes. España, por el contrario, sólo estimó favorablemente 610 solicitudes."
(De El abismo xenófobo, editorial de José Ignacio Torreblanca en El País del 13/05/11.)
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