Para ulular lastimeramente:
Que la sencillez de su propuesta no... Que la sencillez y la concentración de su propuesta lleve a algunos a... Que su linealidad y concreción, con apenas tres escenarios básicos, impida verla como lo que es: un clásico instantáneo de la serie más o menos B de corte fantástico. [Estas tres oraciones han sido redactadas en el mismo lapso cronológico, si bien en sendas dimensiones paralelas.]
Para aullar efusivamente:
Su ritmo juguetón. Su eficiente banda sonora. Su disciplina a la hora de no ir más allá de los austeros recursos que desde un principio se autoimpone. Los pequeños grandes giros de su guión. Y que logre emocionar puntual y sutilmente, esa asignatura pendiente del fantástico contemporáneo, siempre tan pendiente del tamaño de sus efectos especiales o de buscar el nihilismo a través del gesto anestesiado.
El juicio crepuscular:
(Ojo: spoilers) Un hilo de Blade Runner, otro de Solaris y un guiño en forma de aguja al Major Tom de varias canciones de su señor padre: así cosió Duncan Jones ese debut celebrado con justicia que fue Moon. Si los ingredientes que regurgita con su segundo trabajo resultan más variopintos (Groundhog Day, Johnny Got his Gun, Quantum Leap...), su saber estar tras la cámara sigue siendo el mismo. Ignoramos cuánto tardará Hollywood en estropearlo ofreciéndole una superproducción sobre la que no disponga del final cut, pero, mientras tanto, su mirada fresca a la par que respetuosa nos está ofreciendo hermosas y sorprendentes alegrías.
2 comentarios:
A sus pies, Milos. La vi, medio de rebote, en Semana Santa en un cine cutre de Figueres y bajo la apariencia de hacemos lo que podemos (que es mucho) y no confundimos a Descartes con Bruce Lee me pareció ver parte de una retrospectiva de Sitges de aquí veinte años.
¿Milos? ¿Me has llamado Milos, Carlo? ;)
Pero sí, dan ganas de atarle un lacito y llevártela a todas partes...
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