Lo hemos leído o visto en infinidad de ocasiones, desde el orwelliano 1984 hasta el Fahrenheit 451 de Bradbury, pasando por todo Philip K. Dick y tropecientas producciones norteamericanas con Will Smith o Matt Damon corriendo arriba y abajo de la pantalla: cuando el héroe tiene los machos de denunciar una conspiración global de la que participan las más altas esferas, cuando a raíz de ello se descubre despedido y desahuciado, abandonado por la novia y el hámster, perseguido por sujetos con gabardina y sombrero calado, y llorando la muerte de algún fiel confidente que se hallaba a tan sólo veintisiete minutos de jubilarse, cuando todo eso sucede, en fin, el héroe puede derrumbarse bajo el peso de la nada o enfadarse mucho y contraatacar con todo, pero lo que no hace nunca, jamás de los jamases, es poner cara de sorpresa y clamar que ignora por completo los motivos de su caída en desgracia.
Aunque no haya comentado en persona el castigo de que ha sido objeto por parte de la UEFA (cinco partidos de sanción y 50.000 euros de multa), Mourinho ha hablado. Y lo ha hecho, como en otras ocasiones antes, a través de Aitor Karanka, una suerte de Mini-Me a quien algún amigo (o quizá el mismo hermano de este ladrador crepuscular) rebautizó hace poco como Mini-Mou. Su mensaje, en cualquier caso, consistente en afirmar que se le escapan cual lagartijas las causas de tal condena, es el del pederasta que se ha colado en la jornada de puertas abiertas de un parvulario: el disimulo revela su conciencia del crimen, la cara de no haber roto un plato en seis reencarnaciones denota un cinismo ante el que la escala Richter solicitaría nuevos valores.
Aunque no haya comentado en persona el castigo de que ha sido objeto por parte de la UEFA (cinco partidos de sanción y 50.000 euros de multa), Mourinho ha hablado. Y lo ha hecho, como en otras ocasiones antes, a través de Aitor Karanka, una suerte de Mini-Me a quien algún amigo (o quizá el mismo hermano de este ladrador crepuscular) rebautizó hace poco como Mini-Mou. Su mensaje, en cualquier caso, consistente en afirmar que se le escapan cual lagartijas las causas de tal condena, es el del pederasta que se ha colado en la jornada de puertas abiertas de un parvulario: el disimulo revela su conciencia del crimen, la cara de no haber roto un plato en seis reencarnaciones denota un cinismo ante el que la escala Richter solicitaría nuevos valores.
1 comentario:
a) pareceme muito ben a sancion a Mou.
b) Karanka nao e outra cosa que a voz do seu a-mou hehehe.
c) excuse de nuevo haber estado a pocos metros de usted y no haberle saludado. la timidez ... ya se sabe
Publicar un comentario