“Estos de The Hives tendrían que hacer un vídeo y pasárselo a los Arctic Monkeys”, decía Job Ledesma, el Will Smith de esta redacción, durante el concierto estrella del domingo. Pero los de Alex Turner habían regresado ya a sus colonias de verano, de modo que fueron los Followill quienes tuvieron que lidiar con el legado de los suecos. Si a tal patata caliente se le suma que Kings of Leon andan a día de hoy con el rumbo embrollado, no sabiéndose si Creedence o si Allmans o si banda de rock moderno, en fin, la cosa apuntaba a (y acabó acertando en) la diana del concierto correcto pero carente de mayor historia. Una lástima la represión que parece obrar sobre los chavales, músicos ciertamente dotados todos ellos y dueños de un tercer álbum tan valiente como logrado (por más que al Maestro Ledesma no le haya dicho el qué).
Mejor momento: Aquellos instantes en que la saturación de graves dio un respiro a las instrumentaciones de una banda que siempre hace los deberes.
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