Tuvo el abajo firmante, durante el último Fib Heineken, la oportunidad de testimoniar desde bastidores cómo Tom Smith pasaba en sus primeras dos canciones de la insatisfacción a la histeria, proceso que lo llevó a lanzar la guitarra a tomar viento y a abandonar el escenario a la carrera para sólo regresar a él tras un tenso cambio de impresiones con el manager del grupo. Muchas dudas han levantado los editores en su hasta la fecha breve carrera (la primera de ellas debida a la lógica desconfianza de ver el oscuro legado de Joy Division conducido a tales niveles de popularidad). Pero, para bien o para mal, la intensidad y afectación de la banda de Birmingham parecen ser de carácter natural antes que interpretativo. Así, presuponiéndolos sinceros en sus arrebatos de épica adolescencia, cabe sólo rendirse a los mismos o darles definitivamente la espalda. Porque el luctuoso An End Has a Start repite punto por punto los aciertos del precedente The Back Room, porque el abajo firmante no se avergüenza del joven Werther que lleva dentro, uno y otro no pueden confluir más que en una reseña positiva. Que viva el post punk chirriante y que Tom Smith se siga alterando cuanto quiera…
(Esta reseña ha aparecido en el número de verano de Go Mag)
(Esta reseña ha aparecido en el número de verano de Go Mag)
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