Lo que le sobra: La estructura lineal de un guión atado de pies y manos a un número excesivo de episodios: embarazo de tal, aborto de cual, flirteo de pascual... Opción que se traduce en un grave desequilibrio narrativo (la última media hora parece pasada a cámara rápida) y dramático (hay demasiadas secuencias llanamente funcionales).
Lo que le falta: Algo más de espacio para que Eric Bana remate el perfil de su torturado Henry VIII.
Lo que tiene: Unas interpretaciones razonablemente convincentes por parte de las dos hermanas (cuya disparidad física y psicológica, por cierto, las convierte en auténticos guisantitos mendelianos). Un buen puñado de secundarios agradecidos ante la breve pero intensa definición de sus personajes (mención especial para David Morrissey y Kristin Scott Thomas, la otra pareja fraterna del baile). Y una dirección artística que logra transmitir la exhuberancia propia de una corte, a diferencia de tantas otras producciones de época sostenidas únicamente en la piedra de sus localizaciones.
Lo que le falta: Algo más de espacio para que Eric Bana remate el perfil de su torturado Henry VIII.
Lo que tiene: Unas interpretaciones razonablemente convincentes por parte de las dos hermanas (cuya disparidad física y psicológica, por cierto, las convierte en auténticos guisantitos mendelianos). Un buen puñado de secundarios agradecidos ante la breve pero intensa definición de sus personajes (mención especial para David Morrissey y Kristin Scott Thomas, la otra pareja fraterna del baile). Y una dirección artística que logra transmitir la exhuberancia propia de una corte, a diferencia de tantas otras producciones de época sostenidas únicamente en la piedra de sus localizaciones.
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