LOL. Acrónimo de Love Of Lesbian, ya que en estas estamos. Pero también del inglés “Laughing Out Loud”; esto es, “carcajearse”, “partirse la caja”. Asociación en absoluto baladí desde que los de Santi Balmes decidieron que la tibia repercusión cosechada por su tercer (y más ambicioso, y mejor) trabajo en inglés, Ungravity, debía ser contestada bien con la separación bien con la huida hacia delante, para el caso un regreso al castellano como esqueleto idiomático de sus composiciones. Dicho paso excitó el gesto juguetón de una banda que a continuación firmaría piezas como Houston tenemos un poema o Mi personulidad (para un álbum a la sazón llamado Maniobras de escapismo), y que aquí riza el rizo con lemas como el que presta título al disco o un Dios por Dios es cuatro digno de cariñosa pero certera colleja. Total, que de buenas a terceras habrá quien se descoyunte la mandíbula, quien sonría amablemente y quien sienta deseos de salir por piernas: es lo que tiene quererse digno de un buen LOL…
Quererse, decimos. Pero, tal y como le sucedía al bueno de Guillermo Cabrera Infante, resulta la mar de probable que los lesbianos sean en realidad incapaces de obrar de cualquier otro modo: sólo el absurdo y una pizca de fantasía les ayudan a la hora de complementar, quizá contrarrestar, ese gran azul melancólico con el que identifican la existencia.
Citábamos al autor de Tres tristes tigres, sí. Pero en realidad desprenden un espíritu notablemente más cortazariano temas como Historia de una hache que no quería ser muda, Un día en el parque o Los colores de una sombra. Y, porque tal familiaridad nos acaba de situar en pleno Barrio Norte, apelmazados por la humedad que sin descanso espira el Río de la Plata, no estará de más añadir que estas atmósferas chino-japonesas son las mismas que alimentaron en su día el gran pop-rock argentino, aquel que Charly García vertebrara desde Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros o simple y esquizofrénicamente en solitario.
Quizá porque cuesta adscribir el álbum a alguno de los linajes del pop. Quizá porque, cansados de jugar una a una las cartas que facilitan la catalogación (y posterior venta) del producto, Love of Lesbian se han desparramado con una colección de doce cortes (más dos silencios) dispares, tan extrañamente encantadores como un paraguas donde lo cóncavo ha pasado a ser convexo (único motivo por el que justificaremos y hasta apreciaremos, disculpen la insistencia en este punto, versos como el que reza “con hilo dental pienso hacerte la circuncisión”).
Circuncidados. Confundidos. Hastiados. Y sin embargo haciendo aún las cosas bien. ¿La última carga de la brigada lesbiana? La cosa tuvo su gracia…
(Esta reseña ha aparecido en el número de mayo de Go Mag)
Quererse, decimos. Pero, tal y como le sucedía al bueno de Guillermo Cabrera Infante, resulta la mar de probable que los lesbianos sean en realidad incapaces de obrar de cualquier otro modo: sólo el absurdo y una pizca de fantasía les ayudan a la hora de complementar, quizá contrarrestar, ese gran azul melancólico con el que identifican la existencia.
Citábamos al autor de Tres tristes tigres, sí. Pero en realidad desprenden un espíritu notablemente más cortazariano temas como Historia de una hache que no quería ser muda, Un día en el parque o Los colores de una sombra. Y, porque tal familiaridad nos acaba de situar en pleno Barrio Norte, apelmazados por la humedad que sin descanso espira el Río de la Plata, no estará de más añadir que estas atmósferas chino-japonesas son las mismas que alimentaron en su día el gran pop-rock argentino, aquel que Charly García vertebrara desde Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros o simple y esquizofrénicamente en solitario.
Quizá porque cuesta adscribir el álbum a alguno de los linajes del pop. Quizá porque, cansados de jugar una a una las cartas que facilitan la catalogación (y posterior venta) del producto, Love of Lesbian se han desparramado con una colección de doce cortes (más dos silencios) dispares, tan extrañamente encantadores como un paraguas donde lo cóncavo ha pasado a ser convexo (único motivo por el que justificaremos y hasta apreciaremos, disculpen la insistencia en este punto, versos como el que reza “con hilo dental pienso hacerte la circuncisión”).
Circuncidados. Confundidos. Hastiados. Y sin embargo haciendo aún las cosas bien. ¿La última carga de la brigada lesbiana? La cosa tuvo su gracia…
(Esta reseña ha aparecido en el número de mayo de Go Mag)
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