“Pronto nos familiarizamos con los estados de ánimo apocalípticos, éramos expertos en excesos y aventuras de toda índole. (…) En la desolación y disolución generales nada parecía importar, excepto el misterio gozoso de la propia existencia física, el milagro libidinoso de nuestra presencia en la tierra. Los ideales ascéticos ya vapuleados por Nietzsche, Whitman, Zola, Strindberg, Ibsen o Wilde exhalaban el último suspiro de su vida considerablemente menguada bajo los formidables golpes de escritores como D.H. Lawrence y Frank Wedekind. (...) buscábamos un nuevo concepto central para nuestro pensamiento, y encontramos el cuerpo eléctrico. (…) Entonces, en aquellos días de inocencia política y exaltación erótica, no teníamos idea de los peligrosos aspectos y potencialidades de nuestra pueril mística sexual.”
Klaus Mann en Cambio de rumbo.
Klaus Mann en Cambio de rumbo.
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