Para ulular lastimeramente:
La pelea-tormenta en el downtown de Los Angeles, exhibición de efectos especiales que confunde a espectadores y guionistas por igual. La espectacular falta de química entre Charlize Theron y Jason Bateman, por otro lado bastante ajustados a sus respectivos papeles. Sobre todo, el desencuentro entre la seriedad con que Will Smith construye su personaje y la incapacidad de los responsables del proyecto para decidir si están planteando una comedia para adolescentes (véase el cabezazo anal), un film de superhéroes tipo Marvel o un drama de trasfondo fantástico à la Unbreakeable.
Para aullar efusivamente:
Will Smith, notable hasta que se afeita la barba. El homenaje a Heat durante el tiroteo del banco (Michael Mann ejerce de productor ejecutivo y hasta protagoniza un cameo). Y que, pese a narrar francamente mal, Peter Berg consiga en tareas directivas una cierta homogeneidad visual: es el único apartado tratado de forma coherente en un film contrahecho, deslavazado, con más agujeros que la contabilidad actual de muchas constructoras.
El consejo crepuscular:
Es verano. La Eurocopa se acabó y los Juegos Olímpicos no han comenzado. Repase la cartelera y convénzase de que no hay mucho más para ver. Lo hay, claro, pero usted quiere hancokizar sin cargo de conciencia. Total, hay quien esos mismos noventa minutos los dedicaría a disparar a la gente desde lo alto del reloj de la torre, ¿no?
La pelea-tormenta en el downtown de Los Angeles, exhibición de efectos especiales que confunde a espectadores y guionistas por igual. La espectacular falta de química entre Charlize Theron y Jason Bateman, por otro lado bastante ajustados a sus respectivos papeles. Sobre todo, el desencuentro entre la seriedad con que Will Smith construye su personaje y la incapacidad de los responsables del proyecto para decidir si están planteando una comedia para adolescentes (véase el cabezazo anal), un film de superhéroes tipo Marvel o un drama de trasfondo fantástico à la Unbreakeable.
Para aullar efusivamente:
Will Smith, notable hasta que se afeita la barba. El homenaje a Heat durante el tiroteo del banco (Michael Mann ejerce de productor ejecutivo y hasta protagoniza un cameo). Y que, pese a narrar francamente mal, Peter Berg consiga en tareas directivas una cierta homogeneidad visual: es el único apartado tratado de forma coherente en un film contrahecho, deslavazado, con más agujeros que la contabilidad actual de muchas constructoras.
El consejo crepuscular:
Es verano. La Eurocopa se acabó y los Juegos Olímpicos no han comenzado. Repase la cartelera y convénzase de que no hay mucho más para ver. Lo hay, claro, pero usted quiere hancokizar sin cargo de conciencia. Total, hay quien esos mismos noventa minutos los dedicaría a disparar a la gente desde lo alto del reloj de la torre, ¿no?
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