domingo, enero 23, 2005

¿Sueña el PP con alzamientos nacionales?

No me hace falta ser vasco, gallego o catalán (aunque esta última categoría vengo ejerciéndola de nacimiento) para aspirar a salirme de un país que ampara a sujetos como los que ayer, en el transcurso de una manifestación de apoyo a la Asociación de Víctimas del Terrorismo, aterrorizaron y victimizaron con gritos y golpes a los representantes del gobierno. José Bono y Rosa Díez, ni más ni menos, que miedo me da imaginar lo que hubiera llegado a ocurrir si por ahí se pasan un Josep Borrell o Zapatero mismo. Todas las nacionalidades, todas las estructuras sociales y, por tanto, todas las formaciones políticas tienen sus manzanas podridas, de acuerdo. Pero tal ejercicio de rabia y violencia en una tesitura no especialmente sangrante (ETA de bomba caída, once meses ya desde el 11-M, sólo el Plan Ibarretxe removiendo las aguas) carece incluso de la última de las justificaciones (que no legitimaciones) de la ira ciega: la que presta un contexto al rojo vivo. Los agresores de ayer son los mismos que hace escasas semanas gritaban a la salida de la comisión del 11-M: "Metéos vuestros muertos por el culo". Son el resentimiento y la falta de empatía llevada a extremos psicópatas, aquí concretamente los rottweilers de un partido político que durante cuatro años hizo bandera de la crispación, que cayó del gobierno a raíz de un ambiguo estallido de indignación popular, y que ahora espera retornar al poder fomentando esa misma indignación. Ecos de 1936, por un lado. Por otro, las ya comentadas ansias secesionistas, sino en lo geográfico quizá en lo espiritual. Por algunos vecinos tapiarías hasta la última de tus ventanas.

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