Aún a riesgo de exacerbar a aquellos lectores crepusculares no especialmente afectos a la esfera deportiva (rogándoles en cualquier caso un poco de paciencia), me permito unas breves consideraciones sobre el campeonato de Fórmula 1 concluido ayer tarde...
1) Durante toda la temporada, Fernando Alonso ha llorado más de lo que ha corrido. Puesto que Fernando Alonso ha corrido bastante y bien, difícilmente se puede adjudicar su derrota al volumen de quejas proferidas. Quizá tuviera razón, quizá no. Pero ambas posibilidades exigían del campeón algo más de aplomo. Schumacher será recordado por sus tropecientos títulos, pero también por la barriobajera suciedad con que respondió a ciertas situaciones límite. Alonso aún tiene tiempo de evitar que el estigma del llorica acompañe su fenomenal (hasta la fecha) hoja de servicios.
2) Durante toda la temporada, Lewis Hamilton se ha comportado como lo que es: un excelente piloto y un malcriado arrogante. La brutal facilidad con que se encaramó a la clasificación de pilotos es sólo comparable a la brutal sencillez de los errores (propios) que en las últimas dos semanas lo han descabalgado de la misma. Si hubiera hablado únicamente sobre la pista, hoy las hemerotecas no lo tendrían como candidato a bufón del año. ¿De veras preparó la última carrera jugando con su hermano a la Playstation? Pues que revisen el juego, porque por de pronto la primera curva está equivocada...
3) Durante toda la temporada, Kimi Raikkonen se ha limitado a cumplir con su trabajo. Sin levantar la voz ni el pie del acelerador. Y tampoco es que sea un regalo tener a Felipe Massa como compañero de escudería... Aplicado y correcto, el suyo es un título trabajado menos a partir de la genialidad que de la constancia. Y desde aquí se celebra tal triunfo de la cordura.
1) Durante toda la temporada, Fernando Alonso ha llorado más de lo que ha corrido. Puesto que Fernando Alonso ha corrido bastante y bien, difícilmente se puede adjudicar su derrota al volumen de quejas proferidas. Quizá tuviera razón, quizá no. Pero ambas posibilidades exigían del campeón algo más de aplomo. Schumacher será recordado por sus tropecientos títulos, pero también por la barriobajera suciedad con que respondió a ciertas situaciones límite. Alonso aún tiene tiempo de evitar que el estigma del llorica acompañe su fenomenal (hasta la fecha) hoja de servicios.
2) Durante toda la temporada, Lewis Hamilton se ha comportado como lo que es: un excelente piloto y un malcriado arrogante. La brutal facilidad con que se encaramó a la clasificación de pilotos es sólo comparable a la brutal sencillez de los errores (propios) que en las últimas dos semanas lo han descabalgado de la misma. Si hubiera hablado únicamente sobre la pista, hoy las hemerotecas no lo tendrían como candidato a bufón del año. ¿De veras preparó la última carrera jugando con su hermano a la Playstation? Pues que revisen el juego, porque por de pronto la primera curva está equivocada...
3) Durante toda la temporada, Kimi Raikkonen se ha limitado a cumplir con su trabajo. Sin levantar la voz ni el pie del acelerador. Y tampoco es que sea un regalo tener a Felipe Massa como compañero de escudería... Aplicado y correcto, el suyo es un título trabajado menos a partir de la genialidad que de la constancia. Y desde aquí se celebra tal triunfo de la cordura.
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