El 19 de octubre de 2007, George W. Bush, 43º presidente de los Estados Unidos de América, cae abatido por los disparos de un francotirador a las puertas del Sheraton de Chicago. Tres son los sospechosos del magnicidio: uno de los 12.000 manifestantes que aquel día se habían congregado en la Ciudad del Viento; un veterano de Irak adicto a las drogas y un inmigrante sirio que podría haber visitado los campos de Al-Qaeda en Afganistán. Una huella dactilar (y la presión de la administración Cheney) condenan al tercero, pero el FBI acabará admitiendo que quizá los tiros fueran por otro lado.
Acusada tanto de alentar el asesinato de Bush como de humanizar en demasía al personaje, Death of a President ha suscitado otra polémica igualmente estéril por su uso de imágenes de archivo, metraje que debidamente descontextualizado y retocado contribuye a crear una ficción con demasiados visos de realidad. Espléndido en lo formal, el (falso) documental de Gabriel Range se apoya además en una serie de entrevistas interpretadas con gran emotividad, generadoras de un factor humano que camufla las puntuales caídas del guión en el abismo de la ingenuidad. Se visiona el film, así, como un muy correcto thriller político, digna réplica a las mentiras que suelen saludarnos desde los medios de comunicación.
(Esta reseña ha aparecido en el número de octubre de Go Mag)
Acusada tanto de alentar el asesinato de Bush como de humanizar en demasía al personaje, Death of a President ha suscitado otra polémica igualmente estéril por su uso de imágenes de archivo, metraje que debidamente descontextualizado y retocado contribuye a crear una ficción con demasiados visos de realidad. Espléndido en lo formal, el (falso) documental de Gabriel Range se apoya además en una serie de entrevistas interpretadas con gran emotividad, generadoras de un factor humano que camufla las puntuales caídas del guión en el abismo de la ingenuidad. Se visiona el film, así, como un muy correcto thriller político, digna réplica a las mentiras que suelen saludarnos desde los medios de comunicación.
(Esta reseña ha aparecido en el número de octubre de Go Mag)
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