Un último beso debe siempre mezclar dulzor y amargura. Pero Paul Haggis, guionista, volcó todas las reservas de lo segundo en Million Dolar Baby. Y Tony Goldwyn, director, quizá necesitado aún de que se le perdone por haber sido el malo malísimo de Ghost, lo apuesta todo a la carta de la buena voluntad. Es así que este retrato generacional melodramático (la crisis de la pareja principal se ve sobrevolada por el Warning Sign de Coldplay, con su un tanto evidente estribillo de "the truth is I miss you so") presenta una primera media hora inocuamente sincera, pero no hace más que deshilacharse durante los siguientes setenta minutos. Naufragio condescendiente del que sólo se salvan los/las personajes/interpretaciones de Casey Affleck (este ladrador crepuscular iba a señalarlo como el mejor actor de la familia, pero lo dejará simplemente en EL actor de la familia) y Rachel "The O.C." Bilson. Lo demás es un desear que Zach Braff y Jacinda Barrett, en exceso gritones (quizá por fidelidad al film original, se entiende que italiano, de Gabriele Muccino), hagan las paces de una vez, se encierren en su casita suburbial y dejen de lanzar obviedades de nula profundidad acerca del compromiso, la tentación, el miedo y la traición. El último beso que merece esta película, mucho nos tememos, es el que Michael le daba a Fredo al final de El Padrino II...
sábado, octubre 06, 2007
"The Last Kiss"
Un último beso debe siempre mezclar dulzor y amargura. Pero Paul Haggis, guionista, volcó todas las reservas de lo segundo en Million Dolar Baby. Y Tony Goldwyn, director, quizá necesitado aún de que se le perdone por haber sido el malo malísimo de Ghost, lo apuesta todo a la carta de la buena voluntad. Es así que este retrato generacional melodramático (la crisis de la pareja principal se ve sobrevolada por el Warning Sign de Coldplay, con su un tanto evidente estribillo de "the truth is I miss you so") presenta una primera media hora inocuamente sincera, pero no hace más que deshilacharse durante los siguientes setenta minutos. Naufragio condescendiente del que sólo se salvan los/las personajes/interpretaciones de Casey Affleck (este ladrador crepuscular iba a señalarlo como el mejor actor de la familia, pero lo dejará simplemente en EL actor de la familia) y Rachel "The O.C." Bilson. Lo demás es un desear que Zach Braff y Jacinda Barrett, en exceso gritones (quizá por fidelidad al film original, se entiende que italiano, de Gabriele Muccino), hagan las paces de una vez, se encierren en su casita suburbial y dejen de lanzar obviedades de nula profundidad acerca del compromiso, la tentación, el miedo y la traición. El último beso que merece esta película, mucho nos tememos, es el que Michael le daba a Fredo al final de El Padrino II...
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